El miedo, es el director general de la vida de la mayoría de las personas. Y como sociedad, estamos profundamente condicionados a guiar la mayoría de nuestras acciones basados en estos miedos ilusorios. Porque una cosa es el miedo como emoción básica, el cual tiene un importante rol para nuestra supervivencia como individuos y como especie. Pero otra muy distinta, es el interminable bucle mental de todo lo que podría salir mal en nuestra vida y al cual muchas veces somos profundamente adictos.
Detente un momento y reflexiona. La cantidad de cosas que hacemos en la vida por miedo, la cantidad de cosas que hacemos desde el miedo y la cantidad de cosas que hacemos por evitar sentir miedo.
Somos una sociedad, que gira tortuosamente en torno a una emoción de la más baja vibración. El miedo como emoción nos ayuda a sobrevivir en situaciones que potencialmente podrían ponernos en riesgo. Cuando sentimos miedo por breves periodos de tiempo, es benéfico y eficaz, para salvaguardar nuestra integridad. Les pongo alguno ejemplos; si un perro agresivo amenaza con atacarte, si se está incendiando tu casa, si eres víctima de un robo o asalto. Es decir, si hay una amenaza real, el miedo, pondrá a nuestro cuerpo de forma automática, en un estado que nos ayudará a sobrevivir como organismo. Sin que tu tengas que hacer nada, tu cuerpo maravilloso, de forma automática, hará los ajustes necesarios para que puedas pelear, huir, congelarte o desconectarte. Pasada la amenaza, tu cuerpo regresará a su estado de equilibrio interno. Sin embargo, los seres humano tenemos la increíble habilidad generar este tipo de estados y sostenerlos por largos periodo de tiempo ante amenazas imaginarias y pensamientos. Pagamos un alto precio, por esa interminable mente divagante, rumiación mental y miedos imaginarios. Generando una sobredosis de cortisol y adrenalina, la cual sostenida en el tiempo, nos hace permanecer en estados de desequilibrio interno, los cuales terminan desgastándonos terriblemente. Si lo piensas un segundo, y recuerdas alguna vez donde has experimentado miedo, y evocas el estado de tu cuerpo, es una situación de profunda incomodidad, impotencia y pequeñez que además, daña tu estado general de salud.
Cuando experimentamos miedo ante esas películas mentales que recreamos un y otra vez, terminamos sintiéndonos debilitados, arrinconados y paralizados. Es un hábito tan adictivo ante el caul nos sentimos indefensos y creemos no podemos detener. Es el auténtico despojo de todo tu poder y de la grandeza de quien en realidad tú eres.
Miedos, cuyas raíces son las creencias limitantes y programaciones, el adoctrinamiento y condicionamiento social, al que fuimos sometidos desde la infancia. Cabe la pena recalcar aquí, que el miedo como emoción primaria es innato, a diferencia de los miedos psicológicos que no nacieron contigo, pero que aprendiste y absorbiste a lo largo de tu desarrollo.
Porque los miedos que vemos en nuestra cabeza y las películas de terror que somos capaces de producir en cuestión de segundos, son ilusorios. La mayoría de ellos nunca van a suceder y no están basados en la realidad, pero les creemos, los alimentamos, e incluso nos identificamos con ellos. Creemos que esos miedos son parte de nuestra esencia y no podemos pensar nuestra existencia sin ellos. Pero nada mas lejos de la verdad.
¿Pero sabes algo absolutamente fascinante del miedo?
Es que es en realidad una alerta, un aviso de que te adentras a territorios nuevos y de crecimiento. El miedo es en realidad un aliado, un amigo. Ese amigo alarmista que trata de persuadirte para que no sigas avanzando en terrenos nuevos, porque no los conoce, porque no puede controlar nada y quiere protegerte de que algo malo suceda.
Pero puedes tener la certeza, de que cuando el miedo aparece, hay una increíble tarea para ti. Que si logras cruzarla, serás testigo de un salto, de una nueva expansión de tu territorio. Habrás ampliado las fronteras de lo que creías ser y de lo que creías que eras capaz. Te habrás expandido. Del otro lado del miedo, hay siempre más amor, más claridad, crecimiento y expansión. Todo lo que podrías anhelar en la vida, créeme, está fuera de tu zona de confort.
Así que no evadas a tu miedo y cuando aparezca, atiendes el mensaje tan importante que te trae. Considéralo como una señal de que hay en ese evento, acontecimiento, decisión o experiencia, una semilla de transformación y crecimiento. Míralo de frente, abrázalo y atraviésalo.l
Porque los miedos están ahí para ser atravesados.
Valiente no es aquel que no tiene miedo, la verdadera valentía, es el miedo caminando.